sábado, 13 de octubre de 2018

anacoreta y yo (dos: precisamente)

…of course considero a todos los aquí presentes mis colaboradores, socios de negocio, casi parte de mi familia. Don´t know how decir esto darlings, en el fondo cada subordinado mío tiene sentimientos, esa idea la tengo cual top of mind; incluso venía en el ascensor pensando, intentando dar un twist a los últimos hechos, pero no se me ocurre nada. Verán, de arriba me presionan, quieren que resuelva esto A.S.A.P… I don´t know sweet lord… en fin, reconozco que la empresa está pasando por un momento de crisis, pero darlings, nunca nos había pasado esto, estoy absolutamente segura que juntos lo vamos a superar. Recuerden que el change es bueno, pero no fácil, en todo caso of course yo apunto al fracaso, si lo hacen, el triunfo será un hábito… pero el camino al éxito no es una línea recta queridos, course not, está lleno de golpes y caídas, de errores, y aprendizajes, así que yo les pido mentes positivas, y mucho ánimo para lo que viene – dice Mrs. Monroe ante aquellos subordinados ansiosos, deseando saber los motivos del corte presupuestal, la restricción de proyectos. La disminución en las ventas es preocupante, no pensaban que tanto. Derramando una lágrima dice, como quien acaba de colocarse mal un lente de contacto lo dice: “ustedes” -. Ustedes son mi familia…
-      Y nadie puede despedirte de tu familia – ya mi anacoreta amigo mirando de costado como miran los caballos, como los perros ante un llamado de atención. Las manos juntas, la espalda recta. Un valiente, pensé murmurando ante él completando la frase en voz alta, apropiándose de la idea. Callé -, ¿o sí?
-      ¿A qué te refieres darling? – ahora Mrs. Monroe mirando al subordinado tras un rostro provecto surcado de ventas y maquillaje, limpiando esa lágrima que tanto trabajo le costó soltar, lo ensayó durante días ante el espejo, una y otra vez. Maquillada en exceso, los cabellos oscuros, sujetos a una diadema tomada directamente de un catálogo de temporada, a pesar de haber pasado hace mucho su última temporada. Con la sonrisa impresa no logra disimular su incomodidad con semejante comentario venido de un ser insignificante como mi amigo, como yo, como todos los presentes. Aún recuerda los días de oro al frente de la empresa que cambió su vida, como estaba a punto de cambiar la de varios allí presentes. No era el caso de Gerard, el director asociado, a quien ella ahora dirige la mirada severa, diciendo sin decir: “fuck, controla a tu súbdito”. Y Gerard nada, resoplando, con él no es; ahora pasa la mano por los cabellos grasos, ahora resopla algo nervioso.
-      Bueno Mrs. Monroe – dice el anacoreta -, quisiera con su permiso hablar en nombre de todos, pues todos… y cuando digo todos me refiero al cien por ciento de los asistentes a esta sala, es decir, al menos el ochenta por ciento de esta sala piensa… con su permiso claro, o bueno, pienso que al menos estoy hablando en nombre de la mayoría, entiéndase el sesenta por ciento de los concurrentes cuya mitad no representa ni la mitad de la cantidad de personas a las que yo represento… es decir, creo estar hablando por mí, en realidad hablo por mí, digo…
-      ¡Oh my gosh!, este muchacho tiene problemas – masajea el punto exacto sobre su nariz mientras susurra, entre los ojos.
-      Desde luego, yo este, este… - cierra los ojos mi amigo, aspira intentando calmarse, reza un breve padre nuestro, balbuceando las palabras más representativas de la oración, sujetando el crucifijo que jamás se quita del cuello. El sudor humedeciendo los bordes del cuello de su camisa, allá va otra vez el dedo sobre la sien, muchas, demasiadas veces -. Quisiera saber si van a haber despidos, porque la verdad es que la empresa hace meses está aplicando la política de ahorro de costos para enfrentar la crisis por la que atraviesa, y en las sedes de otros países ya realizaron despidos masivos; así que me pregunto: ¿por qué aquí no? Pero luego la escucho emocionada diciendo que somos como su familia, que somos su familia, y la verdad yo la considero casi como mi abue… mi madre, sí, mi madre... (y lo repite bajito cubriendo su boca: “mimadre-mimadre-mimadre”) y aun así, con la venia de Dios, me atrevo a preguntar si habrán despidos. Estamos viviendo en incertidumbre, como acaso la vivieron los hijos de Israel en las faldas del monte mientras esperaban el regreso de Moisés. ¿Hay despidos o no hay despidos?
-      Esa – dice Mrs. Monroe, la sonrisa plasmada.
-      ¿Esa? – dice el anacoreta, son sus ojos los que preguntan.
-      Yes darling, esa… - ahora ella.
-      Esa… - ahora él.
-      Sí, esa…– ya Mrs. Monroe vívidamente eufórica, con el lenguaje ontológico a flor de labios y mi amigo henchido de orgullo con la mano en cubriendo su pecho se levanta de su asiento poco a poco, sibilino mira al equipo, siente orgullo, eso siente, como el busto de todos los héroes de batallas ganadas y guerras perdidas que aprendió estudiando con los agustinos.
-      ¡Esa!
-      Esa es precisamente la actitud… - “¡esa! ¡esa!”, piensa el anacoreta volviendo de improviso a los años más inocentes de su infancia perdida -, ¡que no queremos!
Sentado, reducido a la mínima expresión, el anacoreta suspira entre las intermitencias regulares del taladro en su sien y el vaivén de su cuerpo. Una lágrima asoma discreta recorriendo el lado izquierdo de su rosto hasta formar una manchita en la solapa de su camisa desgastada. Yo miro a Gerard impermeable, acorazado tras aquel alto cargo del sueldo abultado. Lo miro ponerse de pie para iniciar una perorata de cincuenta minutos sobre las reformas que se realizarán en el área para mejorar el clima laboral y prevenir otros se sumen a la actitud (que no queremos) del anacoreta, después de todo: “a ver, esa actitud no le hace bien a nadie, ¿no les parece?”, dice Gerard y yo tocando el hombro de mi amigo sollozante le digo señalando a Gerard: “¿sabes?, el próximo año voy a estar en ese lugar”. Carambolas, logro oír a mi amigo decir, y secándose las lágrimas intenta recuperar la compostura, ¿o sea que pretendes reemplazar a Gerard el próximo año? No mi estimado, quiero decir que el próximo año me siento en esa silla porque en esta cae el sol directo en mi cara, me incomoda.

 
Fotografía: Juma Paredes
            “precisamente”
                  Juma Paredes
                      Agosto, 2018

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anacoreta y yo (tres: sobre su fotografía y una clase magistral)

Tengo quince, le sonrío. No toma la foto. Sí retrata a las parejas de la izquierda, ellos ebrios, ellas con la orquídea en el pecho-muñeca....